lunes, 16 de enero de 2012

Dueños de nuestras vidas, esclavos de nuestro tiempo, somos nuestro propio reloj.

Una máquina del tiempo, ¿a quien no le ha hecho ilusión? La verdad es que todo el mundo la desea para poder volver atrás y enmendar los errores del pasado, pero yo no pienso así. La utilizaría para ver que es lo que me depara el futuro, porque tal vez el futuro no seamos tú y yo, tal vez sea una mezcla de nosotros y ellos; puede ser que no estemos destinados a estar juntos o puede que sí, ¿quien sabe? Pero hablar del amor es cansino, irritante a veces, sobretodo si no tienes a nadie con quien compartir tu vida o simplemente quererle, y en mi caso, no hay nadie o puede que sí, ni yo misma lo sé. Hasta hace poco me apasionaban los textos de amor, y ahora los miro y no les encuentro el sentido. ¿Dónde ha quedado la magia? Es bonito sentir, no lo niego, pero también es bonito ser libre, y creo que ahora es una de mis prioridades. Me encanta hacer lo que quiera, me lo paso mejor que nunca. Pero volviendo al tema del futuro, puede que no esté tan lejos como pensamos, dentro de un minuto será futuro, es más, mientras escribo esto estoy viviendo el pasado, el presente y el futuro. Ilógico, ¿verdad? Pues sí, tal vez nuestro futuro esté escrito, o grabado como en una película, o quizás en forma de canción, quien sabe...nadie lo sabe. O puede ser, que simplemente, esté por llegar y que tus propios actos sean los que se labren un verdadero futuro, y dicho esto, todos tenemos una máquina del tiempo, si, somos nosotros. Dueños de nuestras vidas, esclavos de nuestro tiempo, somos nuestro propio reloj. No tenemos un espacio establecido entre minuto y minuto, o segundo y segundo. Nuestros sentimientos dominan esto, para ellos una hora puede convertirse en el minuto más corto, y un segundo en la hora más larga. 

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