lunes, 24 de octubre de 2011

Grita.

Te levantas. Dejas los calcetines calentitos que te pones para dormir, fuera aún es de noche y las farolas todavía están encendidas. Pasa el bus cerca de tu casa, lo oyes. Te miras al espejo a la vez que te desperezas con tranquilidad. Hoy parece ser un gran día, hoy quieres que lo sea, te has levantado con ganas, has pasado la mañana de instituto con risas.
Pero llegas a tu casa, y las ideas te asfixian. Sientes que las tinieblas te hacen una bufanda demasiado pequeña y corta, que los miedos te tapan los ojos y las sensaciones de vértigo se intensifican por momentos. 
¿Tienes ganas de llorar? En algunas ocasiones limpia el alma, pero te haces la fuerte y te quitas esa estúpida lágrima que se ha dejado llevar por la emoción del momento. Miras a los lados por si alguien ve a esta deslizarse por el dedo índice. Vuelves a pensar, a comerte el coco. ¿Y si la soledad no está tan lejos como parece? 

Si te quedas quieto ahí, yo te grabo en mi cabeza

Nadie lo ha llegado a conocer jamás, tal vez su color preferido no sea el verde, ni tenga el mejor coche. Puede que tampoco sea perfecto, quien sabe puede que mintieran sobre él, pero yo lo amé de esa forma, por lo que no era, aunque estoy segura de que también lo hubiera amado por lo que habría sido. No sabíamos si el precioso color rubio de su pelo llegó a ser natural, o si sus magníficos ojos marrones eran realmente reales; podrían haber sido lentillas, pero yo lo amé así.
Lo ví en una noche de otoño, cuando las amarronadas hojas caían de los árboles y se balanceaban al ritmo del viento que acariciaba nuestros rostros. Él tenía prisa y yo no sabía lo que era el paso del tiempo, o peor aún, el paso de los años. Se acababa de subir en su coche  con la ventanilla abierta, mis ojos se fijaron en él como si nada más hubiera alrededor y sentí un escalofrío cuando sus labios rosados dibujaron una sonrisa. Desde ese minuto, desde esa vista hacia el coche que desapareecía rápido ante mis ojos, supe que no querría otra vez. Era lo más cerca que podía estar de él. El ruido de su coche se alejaba por el puente, nunca más estaría a mi lado, sus ojos no se fijarían en lo míos o peor aún, mucho peor, puede que nunca se haya fijado en mi.

sábado, 1 de octubre de 2011

Ya tienes tu trono.

No es verdad, tu no juegas a ser un guerrero. Eres un guerrero cada día. Eres un hombre completo.